No recuerdo que día de la semana, ni siquiera la fecha en que paso.
Lo que si recuerdo es aquello que sentí. Algunos dicen que es un sufrimiento y prefieren simplemente alejarse y cualquier cosa que tenga que ver con agujas los hace huir, pero yo no lo recuerdo así, a pesar que soy de las personas que prefiere no tomar ninguna clase de medicamento y cuando tengo que hacerlo, necesito estar realmente enfermo para dejar que me inyecten.
Lo que si recuerdo, como si hubiera sido ayer, es ese miedo terrible, que te paraliza y te ciega, y no precisamente por la aguja, sino por aquella pequeña persona, a la cual le iba a realizar mi primer donación desangre, se pusiera bien.
No dolió solo recuerdo que fue muy rápido, incluso para que esto hubiera ocurrido en el IMSS.
Solo el hecho detener ese pequeño hilo de esperanza de que se aliviara aquel mal que le acechaba fue el mejor empuje que pude encontrar.
Lamentablemente esto no es una historia como la que nos cuentan en los libros , porque de ser así tendría un final feliz.
Falleció a menos de un año que lo operaron, por enésima vez esa dichosa enfermedad vuelve a atacar a mi familia, esa enfermedad; esa que no respeta razas, sexo, edad, esperanzas, sueños, ilusiones.
En aquel momento el mayor miedo era que por mi culpa no pudiera operarse y curarse pero, debo añadir que ahora uno de mis mayores miedos es ahora no poder donar sangre, y no por el miedo de alguna posible enfermedad que me impida hacerlo, sino el trasfondo que habría en ello. Y se que no es que este obligado a donar, pero siento la necesidad de hacerlo.
Porque as sintiéndome útil una vez mas, poder hacer que este requisito (donar), sea una preocupación menos de las personas que pasan el tiempo preocupados, sin dormir, en la sala de espera de algún hospital y solo se preocupen por lo que en verdad es importante y muchas veces no valoramos, que es pasar tiempo con aquellos que queremos.
